La Guardia Nocturna de Bomba Israel no es solo un lugar físico donde los bomberos pernoctan, sino que representa la entrega y el espíritu de cada Quintino que ha formado parte de dicho grupo, cada noche quintinos dejan sus hogares para hacer de la guardia nocturna, su segundo hogar, lugar en el que comparten unos con otros, experiencias, como también conocimientos, técnicas y alegrías.

Extracto de la revista «Bomba Israel en sus bodas de plata» en conmemoración del vigésimo quinto aniversario de Bomba Israel:

El fuego durante el día tiene miedo. Son demasiados los ojos fijos que lo vigilan y las manos cautelosas que lo sujetan.

Por la noche se revuelve con cuidado. Se arrastra debajo de las casas sin respetar nada: ni la vida, ni el sueño, ni la muerte.

 Y ahí está la Guardia Nocturna, en su lugar de origen: el centro de la noche. Todos duermen con un pie dentro de la bomba, esperando que los pitos los arrastren hasta donde se debate roja y amarilla, alguna propiedad herida.

 En un principio nada de esto existía en nuestra Compañía, pero la necesidad de crear una guardia que velara por la seguridad de los hogares ñuñoínos durante la noche, de murmullo se trocó en un grito, en un grito pionero que tuvo por baluarte a los voluntarios:

        • RENE REITICH B.
        • JAIME CAZES A.
        • BENJAMIN TEPLITZKY L.

 Quienes el 22 de Febrero de 1957, pasaron su primera noche en el Cuartel, como flamantes inauguradores de nuestra trinchera quintina.

 La noche del 2 de Marzo de ese mismo año, salió esa guardia por primera vez a cumplir su deber. Y así ha sido desde entonces. Jamás ha faltado en esa habitación el contingente exacto de corazones, para levantar en cualquier momento el alma y ponerla al servicio de la lucha desinteresada contra el fuego.

 Ellos fueron los primeros, y nadie después ha vacilado jamás, en dejar la ternura del calor del hogar para acercarse por un tiempo a nuestro varonil refugio, en espera de la inevitable batalla.

 Ahí se ha fundido en un todo de los corazones, se ha gozado del compañerismo, la broma, la risa y alguna vez se ha llorado.

 

Hoy están ahí los azules cubrecamas con la Estrella de David y el bello cinco que nos representa. Y ahí estarán por siempre, mientras sobrevivan un par de brazos quintinos que puedan sostener un pitón, acompañados por el silencio de la noche.